Violeta Parra

Violeta Parra with guitar

En una disputa por el título de chileno universal, Violeta Parra tiene pocos nombres a su altura. Aunque nunca ganó un premio Nobel ni lideró conscientemente una fuerza social, la compositora de “Gracias a la vida” logró ubicar su arte en los más lejanos puntos del globo, y desde su muerte, en 1967, su legado musical no ha hecho más que expandirse. Cantantes extranjeros de diversos géneros (Mercedes Sosa, Franco Simone, Plácido Domingo) han grabado sus canciones; y centros de estudio, museos y libros mantienen activo hasta hoy el análisis de su obra inconmensurable, a la vez tradicional y pionera, vanguardista y popular. En 2017, tanto la institucionalidad chilena como el pueblo se volcaron a celebrar el Centenario de Violeta Parra.  Leer más 


Woody Guthrie

Woody Guthrie with guitar on a subway

Woody Guthrie fue uno de los más importantes poetas y cantautores en el mundo anglohablante en el siglo XX.   Nacido en Oklahoma en 1912, escribió cientos de canciones y miles de versos, aunque muchos de ellos quedaron inéditos durante su vida, que terminó de manera prematura como consecuencia de una larga enfermedad del sistema músculo nervioso que lo dejó inhabilitado a partir de los primeros años de la década de los cincuenta y que finalmente le cobró la vida en 1967, a la edad de 55 años.  Creció inmerso en el folclor de las Grandes Planicies de Estados Unidos y aprendió a tocar, de manera autodidacta, guitarra, mandolina, banjo, armónica y violín, además de cantar las canciones populares de su época.   Su repertorio incluyó himnos religiosos, baladas, , blues, spirituals y canciones de los trabajadores.  

Empezó a escribir sus propios temas a mediados de los años treinta, como respuesta a los estragos de la desastrosa sequía y la Gran Depresión de aquella terrible década.   Cuando se vio obligado a emigrar de su región de origen a California, hacia fines de los treinta, llevó su guitarra y su oficio de cantor consigo y siguió escribiendo canciones sobre sus propias experiencias para los otros miles de refugiados de Oklahoma y otros estados que llegaban a California en esos años.    Se asentó en Los Ángeles, California, donde consiguió trabajo cantando en un programa de radio y empezó a entablar amistad en la comunidad de activistas de izquierda de la ciudad.   Fue a través de su acercamiento al Partido Comunista en Los Ángeles que adquirió las herramientas de análisis político que usaría durante el resto de su vida como poeta, cantor y activista.   Cuando se mudó a Nueva York, a principios de los cuarenta, conoció a una variedad de personajes de la izquierda artística de aquella capital cultural, algunos de los cuales, como Pete Seeger, Lead Belly y Lee Hays llegarían a ser sus principales cómplices en la música por muchos años.  Su ejemplo como cantor y auténtico representante de la clase obrera del país, en el mundo de las artes, lo convirtió en un ícono para la nueva generación de jóvenes cantautores y activistas que emergieron en EEUU en el umbral de los sesenta.

Aquí reproducimos, traducida al español, la introducción que su amigo, el gran folclorista Pete Seeger, escribió en el cancionero Woody Guthrie Folk Songs, publicado en 1963:

Lo puedo ver ahora: un tipo pequeño y bajito con el pelo rizado, vestido con ropa de un trabajador rudo, sentado frente a una máquina de escribir prestada en la ciudad de Nueva York en 1940.   “Le prometí a este hombre que le escribiría una balada sobre Tom Joad; quiere que la grabe la semana que entra.” Conforme terminaba una estrofa, agarraba su guitarra para probarla unas cuantas veces antes de seguir componiendo.  A la una de la mañana, me dormí.  A la mañana vi a Woody acurrucado en el suelo y la balada completada en la máquina de escribir.  …

Su nombre: Woodrow Wilson Guthrie, nacido en 1912 en Okemah, Oklahoma.   Pasó la juventud en un pueblo del boom petrolero.   En 1935 tuvo que emigrar a California, junto con otros miles de okis, obligados por las tormentas de polvo y los infortunios de la Gran Depresión a abandonar sus hogares.  Se ganó la vida cantando en cantinas, en programas ocasionales e improvisados de radio y posteriormente para reuniones sindicales, fiestas, manifestaciones políticas, grupos de baile y teatro y para los Archivos de Canto Folclórico de la Biblioteca del Congreso.   Docenas de viajes de costa a costa en USA.  Tres matrimonios y muchos hijos.  Y más de un millar de canciones.

Musicalizaba sus rimas con melodías que muchas veces eran versiones enmendadas de melodías folclóricas de antaño.   De esta manera, en “Pastures of Plenty” [Pastos de abundancia] aprovechó una de las muchas versiones de la balada “Pretty Polly.”  En “Roll On, Columbia” adaptó la melodía de “Goodnight Irene.”   Muchas veces no estaba totalmente consciente de dónde sacaba la melodía hasta que se lo advertían.  “So Long” y “Reuben James” tomaron melodías prestadas de otras viejas canciones para las estrofas, pero a estas dos canciones agregó refranes dignos de cualquier buen compositor.   Jugó con los elementos de la melodía de los versos hasta forjarlos en un refrán cantable. 

Pocas veces escribió una canción a pedido.  Para él, cualquier tema que valía la pena discutir justificaba una canción: las noticias de primera plana, lo visto y lo escuchado en los paisajes por los que viajaba, pensamientos que se le ocurrían al leer cualquier texto, desde Rebeláis hasta Will Rogers.   Componía para sí mismo y para sus amigos y mantenía actitudes desdeñosas hacia la farándula y cualquier tipo de éxito comercial.

Ya que Woody está hospitalizado debido a una enfermedad inhabilitante, la Chorea de Huntington, los jóvenes, con sus guitarras y sus banjos, están cantando sus canciones y haciéndolas famosas en todo el mundo.   Alan Lomax le llama “nuestro mejor compositor contemporáneo de baladas.”  Y otros le llaman “un Homero de voz oxidada” y “el mayor poeta folclórico que hemos tenido.”   ¿Por qué son grandes las canciones?   Hojeen estas páginas—una pequeña muestra de su enorme producción.

Sí, la letra demuestra un fino sentido de la poesía, de buscar la palabra precisa para el lugar exacto.  Aprovechaba unas viejas y confiables melodías.   Las canciones son honestas.  Dicen las cosas que tienen que decirse.   Pero sobretodo, las canciones de Woody demuestran lo genial de la sencillez.  Cualquier tarado puede complicarse, pero requiere de un genio alcanzar la sencillez.   Algunas de sus más magníficas canciones son tan engañosamente simples que no llaman la atención y tú te dices a ti mismo, “Bueno, supongo que este fue uno de sus esfuerzos menos exitosos.”   Años después encontrarás que la canción ha llegado a ser una parte de ti y forma parte de tu vida.[i]

Aquí agregamos a estos comentarios de Pete Seeger otros más reproducidos de un ensayo de Alan Lomax, el más importante folclorista del siglo XX en el mundo anglohablante.   Lomax fue uno de los primeros en reconocer el enorme talento de Guthrie como cantautor capaz de expresar las experiencias del pueblo trabajador estadounidense en su propio lenguaje, y uno de sus principales promotores en el medio artístico.

Woody insistió en que él no fue “nada más que un pequeño guitarrista con una voz oxidada.”   Su humildad, que fue genuina, tiene que ver con la grandeza de las causas que apoyó y su respeto por la clase trabajadora.   En este sentido se asemeja a Gorki.  No obstante, hay que entender que era de ascendencia galesa.   Guthrie proviene del galés Guifrie.  Su aspecto físico—el cuerpo pequeño y nervudo, la delicadeza de sus manos y pies, el pelo rizado y la nariz curvada hacia arriba—es típico de los galeses y aún más lo fue su carácter.  Los galeses son conocidos por su temperamento fogoso y volátil, su humor activo y su habilidad con las palabras y la música.   Son famosos por sus dotes de oradores y cantores.  Así que Woody heredó sus talentos de manera natural.

Su voz conlleva una total convicción, resonando con la verdad, la calidez y el humor.   La calidad es viril; el tono rudo, placenteramente nasal y grave, que es común entre los trovadores del Viejo Oeste y que es adecuado para pedir algo para beber en un bar en un pueblo desconocido a la medianoche.  Su enunciación perfecta, hace sonar cada vocal y consonante como una campana.  Hay las “o” bellas, extensas y redondas y las “d” y “t” y “k” con el crack de un doble de un bate de béisbol.

Los gemidos y aullidos y murmullos de su armónica combinan los sonidos del silbido solitario de un tren y el claxon de un camión. El vientre vibrante de su canto es su insistente ejecución de la guitarra en el estilo de la familia Carter … que hace ruidos como los que escucha el vagabundo en el carro de un tren de carga o en la cabina de un tráiler interestatal.

El sonido de Woody es el de América moviéndose por aquel largo camino solitario.   No hay amplificador ni distorsionador ni computador que le iguale, solo unos cuantos poetas y hacedores de canciones pueden alcanzar su franco candor y su obstinada preocupación por la justicia social.  Hace mucho, Walt Whitman, hizo un llamado a que los escritores escucharan a las voces nativas de América para crear una poesía realmente autóctona. Lo que no pudiera haber adivinado es que, cuando llegara ese poeta, cantaría sus poemas acompañándose de guitarra y armónica y que el país entero cantaría con él.[ii]

 


[i] Guthrie, Woody. 1963.  Woody Guthrie Folk Songs.  New York: Ludlow Music, Inc.

[ii] Lomax, Alan. 1991.  “Introduction.”  Páginas 7 a 9 en Woody Guthrie, Roll on Columbia: The Columbia River Collection, editada por Sing Out Corporation.  Bethlehem, Pennsylvania: Sing Out Publications


Víctor Jara

Victor Jara close up portrait black and white

No sólo su asesinato a manos de la dictadura militar, en septiembre de 1973, ni su condición de mártir de la Nueva Canción Chilena han hecho de Víctor Jara uno de los artistas más trascendentes de la música chilena. Es su trabajo artístico plasmado en numerosos discos, obras de teatro y actuaciones en vivo lo que definitivamente lo ha consagrado como una de las más grandes figuras de la cultura local. Conmovido por una época en la que despuntó una enorme efervescencia social en Occidente, Jara representó como pocos el sentimiento de búsqueda de una nueva dignidad para las clases sociales populares. Lo hizo como militante del Partido Comunista, y también de manera artística con canciones en las que combinó crítica social con un esperanzado y hasta ingenuo espíritu trabajador. Su arte y sus aspiraciones eran coherentes con su historia; la de un hijo de campesinos que llegó a avecindarse a un sector pobre y marginal de Santiago (la población Los Nogales). Jara enfrentó a su medio y venció los obstáculos impuestos por la pobreza, y eso sólo contribuyó a fortalecer su postura ética.  Leer más


Phil Ochs

Phil Ochs stand with guitar case out side with onlooking fans

Phil Ochs nació en 1940 en una base militar en El Paso, Texas.   Se mudó con su familia cuando niño al estado de Ohio, en el conservador Medio Oeste de EEUU.    De adolescente, se internó en una academia militar en Virginia para terminar la educación media.  Posteriormente se inscribió en la Universidad Estatal de Ohio para estudiar periodismo.    Fue en la universidad cuando el joven e ingenuo Ochs aprendió a tocar guitarra y fue expuesto por primera vez a las canciones “comprometidas” de Joe Hill, Woody Guthrie y Pete Seeger.    A través de sus amistades con otros cantores y sus estudios de historia y política, se concientizó sobre el racismo, las desigualdades sociales y el militarismo que caracterizaba la sociedad estadounidense.  Descubrió que a través del canto podría expresar la rabia e indignación que sentía por la represión al movimiento por los derechos civiles de los negros y por las intervenciones militares de EEUU en Cuba y Vietnam, temas que no podía tratar libremente en su labor de periodista, debido a la censura que silenciaba las voces de izquierda en esa época.  

Después de poco más de un año en la universidad, abandonó sus estudios y se dedicó plenamente a escribir y a cantar sus canciones de consciencia social.     Se mudó a Nueva York, donde empezó a cantar en los bares y cafeterías de Greenwich Village, junto a otros jóvenes cantores emblemáticos de los primeros años de la década de los sesenta, como Bob Dylan, Tom Paxton, Peter, Paul y Mary, Judy Collins y Joan Báez, a quienes Pete Seeger apodó “Los Hijos de Woody.”   Ochs en particular llegó a ser el cantautor más “político” de este grupo, aportando su canto a los más importantes movimientos sociales de la época, especialmente al movimiento de los negros en el sur de EEUU y al creciente movimiento en contra de la intervención militar de EEUU en Vietnam.    Aunque nunca logró el éxito comercial de otros miembros de esta cohorte de cantantes, fue reconocido por los participantes de los movimientos pro justicia como el trovador más comprometido con su causa y por lo mismo sigue siendo recordado con cariño por los luchadores sociales de la época.  

En 1971 Ochs viajó a Chile para conocer el intento del gobierno de la Unidad Popular de hacer una revolución socialista por la vía democrática, aprovechando de visitar también los países vecinos de Argentina y Uruguay.   En Chile, conoció y entabló una incipiente amistad con Víctor Jara, quien lo llevó a cantar a los mineros de la mina El Teniente y también a la Peña de los Parra, entre otros lugares.    Después del golpe de estado en septiembre de 1973 y la muerte de su amigo Víctor, Phil organizó un concierto en el Madison Square Garden en New York que fue uno de los primeros grandes actos de solidaridad con la resistencia chilena a la dictadura cívico militar y contó con la participación de Pete Seeger, Arlo Guthrie y Bob Dylan, además de la de Isabel Allende y Joan Jara, como representantes de la resistencia chilena.   Según su biógrafo Marc Eliot, Phil logró convencer a un reticente Bob Dylan a participar en el concierto por recitarle, textualmente, el discurso de toma de posesión del Presidente Salvador Allende.[i]   Joan Jara recuerda a Phil con estas palabras:

… después del golpe de estado, Ochs estuvo muy comprometido con el movimiento de solidaridad con Chile.   [En los preparativos para el concierto] Phil andaba con una botella en la mano, algo nervioso y sudado, y haciendo este tremendo esfuerzo, pues fue el comienzo de la solidaridad con Chile en Estados Unidos.   Por las conversaciones que tuve con él, parecía sentir que, en Chile, mucho más directamente que en EEUU, la música provocaba y estaba absolutamente inmersa en la acción política.   …   Estuvo favorablemente impresionado con el papel activo que las canciones y la música jugaban en Chile.   [Tuvo] recuerdos muy vivos de su tiempo en Chile y parece haberle impactado fuertemente.   Yo sé que estuvimos devastados cuando supimos que se había ido.[ii]

Isabel Allende, actual senadora del Partido Socialista e hija de Salvador, también recuerda cariñosamente a Phil Ochs y su solidaridad con Chile.    Había llegado al concierto en Nueva York con un discurso sobre su padre que iba a leer al público, el que finalmente no pudo exponer porque le dieron “una visa condicionada, con prohibición de hablar en público.”   A fin de cuentas, su amiga, Fernanda Navarro, pronunció el discurso, que denunciaba las detenciones y las muertes que caracterizaban la dramática situación que vivía Chile en aquel momento.   En una entrevista concedida al diario santiaguino El Mostrador, la Senadora Allende recuerda que “Todos eran muy alegres, generosos, especialmente Phil Ochs. A él lo vi muy bien, muy entusiasta, muy contento por lo que había hecho… Cuando supe, dos años después, que se había suicidado, no lo podía creer. La imagen que me quedó de él era de alguien muy alegre.”[iii]

De hecho, en sus últimos años de vida, Phil Ochs sufrió de unos tremendos cuadros depresivos, sintomáticos del síndrome bipolar que padecía hacía años pero que solamente había sido diagnosticado recientemente, además de los efectos de su insaciable consumo de alcohol.  La combinación de su depresión y alcoholismo con la soledad que sentía por la decadencia de los movimientos populares en la década de los setenta, lo desesperó y condujo finalmente al suicidio el 9 de abril de 1976 a la temprana edad de 35 años, dejando un extenso repertorio de canciones “con sentido y razón” que siguen siendo escuchadas por los activistas anglohablantes comprometidos con las luchas por la paz y la justicia social.

En el prólogo de su primer cancionero, publicado en 1964,[iv] Phil Ochs reconoció que muchas de sus canciones podrían considerarse “subversivas” una caracterización que le agradaba:

Confieso que estoy de acuerdo con algunos de los grupos de derecha que consideran que mis canciones “de contenido” son subversivas.   Estas canciones ciertamente son subversivas en el mejor sentido de la palabra.    Su intención es derrocar tanta idiotez como sea posible y, espero, efectuar en alguna medida el cambio social positivo.    Me gustaría dedicar este cancionero a la memoria de Joe Hill, el cantautor de los Wobblies, quien recibió sus regalías en la forma de balas de un pelotón de fusilamiento.[v]

Si Ochs mismo consideraba que sus canciones eran subversivas, no sorprende que el aparato represivo del estado norteamericano también las viera así.  De hecho, el FBI, comenzó a vigilar a Ochs desde muy temprano en su carrera y siguió sus pasos y documentó sus actividades hasta el día de su muerte, tal como su biógrafo Michael Schumacher nos relata:

Para 1966, [Ochs] tenía un expediente cada vez más grande en las oficinas del Buró de Investigación Federal [FBI por sus siglas en inglés] y al director J. Edgar Hoover le había llamado la atención su caso.   El director, quien una vez había llamado a los beatniks [bohemios, jipis] una de las mayores amenazas al país, estaba tan ocupado como nunca, trabajando horas extraordinarias para vigilar tales riesgos a la seguridad nacional como los movimientos pro derechos civiles y en contra de la guerra.

Phil ya era sujeto a la vigilancia constante del FBI.   Cuando dio un recital en Canadá en 1965, un agregado legal de la embajada estadounidense en Ottawa hizo que le llegara un informe al FBI.  Cuando cantó en una manifestación anti-guerra en Philadelphia en octubre de 1965, los agentes especiales del organismo de la ciudad se preocuparon de agregar su participación a su expediente.   Cuando se involucró en un esfuerzo no gubernamental de enviar ayuda material a los damnificados de un huracán en Cuba, los agentes también lo anotaron en el expediente.

¿Fue comunista Philip David Ochs?  ¿Un riesgo a la seguridad nacional?  Los inquisidores del FBI lo tenían que saber.

El expediente de Ochs contenía unos apéndices que conectaban el cantante de folk a tales organizaciones como el Progressive Labor Party, el Progressive Labor Movement y el Greater New York Labor Press Club, todas sospechosas para el FBI de ser de naturaleza comunista.  Al indagar en el pasado de Phil, el FBI determinó que había cantado en un acto para recaudar fondos para la defensa de Morton Sobell, uno de los co-acusados de los Rosenberg—una clara indicación de sus simpatías subversivas.[vi]

Si bien Phil Ochs escribió sus canciones para luchar en contra de la idiotez que veía a su alrededor, tenemos que reconocer, tristemente, que la idiotez del estado que lo perseguía no tuvo casi límites.

 


[i] p. 257 en Eliot, Marc. 1995.  Death of a Rebel: A Biography of Phil Ochs.  New York: Citadel Underground.

[ii] Entrevista concedida a David Spener en Santiago, 20 de abril de 2011.

[iii] Citada en Rivas, Matías A. 2016.  “La desconocida amistad entre Víctor Jara y Phil Ochs, el rival y amigo de Bob Dylan.”  El Mostrador, 6 de octubre.   Descargado el 16 de agosto de 2018 de http://www.elmostrador.cl/cultura/2016/10/06/la-desconocida-amistad-entre-victor-jara-y-phil-ochs-el-rival-de-bob-dylan/.

[iv] Página 4 en Ochs, Phil. 1964.  Songs of Phil Ochs.  New York: Appleseed Music, Inc.

[v] Joe Hill fue un inmigrante y trabajador sueco que llegó a EEUU a principios del siglo XX y participó en las luchas sindicales de los Industrial Workers of the World Oberos Industriales del Mundo, (IWW por sus siglas en inglés), conocido por el apodo de “Wobblies.”   Se volvió el principal trovador de las luchas obreras de la primera década del siglo.    Acusado de matar a un policía en el estado de Utah, Hill fue ejecutado por un escuadrón de fusilamiento en 1915.

[vi] Páginas 117 y 118 en Schumacher, Michael. 1996.  There But for Fortune: The Life of Phil Ochs.  New York: Hyperion.   Julius y Ethel Rosenberg fueron ejecutados por el gobierno de EEUU en 1953 por supuestamente haber pasado los secretos de la bomba de hidrogeno a la Unión Soviética.